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Horacio Zeballos ganó Roland Garros a los 40 años y ahora va por Wimbledon: "Nunca dejé de creer en mí como tenista"

Horacio Zeballos ganó Roland Garros a los 40 años y ahora va por Wimbledon: "Nunca dejé de creer en mí como tenista"

Ya pasaron varios días desde ese partido sobre el polvo de ladrillo de Bois de Boulogne que quedará grabado para siempre en la memoria de Horacio Zeballos. Pero la final que le ganó, junto a su compañero Marcel Granollers, a los británicos Neal Skupski y Joe Salisbury para levantar el trofeo de dobles de Roland Garros y festejar su primer título de Grand Slam, a los 40 años, sigue bien presente en su mente. Incluso cuando ya cambió el chip y comenzó a pensar en césped y en Wimbledon, que arrancará el lunes.

"Veníamos pegándole en el palo. Estaba ahí, pero no lo podíamos concretar. Por eso cuando ganamos fue una mezcla de satisfacción, alegría y alivio. Nos pudimos sacar la espina que teníamos clavada. Y lo sigo disfrutando. Me lo recuerdo todo el tiempo. Por ahí, estamos entrenando con mi entrenador y nos seguimos recordando momentos de los partidos, especialmente de la final", cuenta en una charla con Clarín desde Miami, donde comenzó a preparar su vuelta a la competencia, antes de partir hacia Londres.

No se duerme en los laureles, Zeballos. Ni se conforma con lo que logró en París, un título inolvidable para él e histórico para el tenis argentino, el primero en un torneo masculino de parejas de un "grande". Tampoco deja que la felicidad por esa conquista lo saque de foco. Porque ese "permiso" que se da para volver a disfrutar cada tanto de la victoria más importante de su carrera es, justamente, una de las claves de todo lo que consiguió desde que decidió bajarle el telón a su etapa de singlista y dedicarse de lleno a esta disciplina. Y es también una motivación extra para ir por más.

"Yo cada dos por tres, paro y pienso... No solamente en el tenis, por ahí estoy comiendo un asado con mi familia o disfrutando de un día de playa y trato de decir 'Paremos un segundito y miremos la suerte que tenemos. Y disfrutemos el momento'. Y lo mismo me pasa con el tenis. Terminó Roland Garros y por supuesto, estaba toda esa euforia y esa alegría. Pero en más de un momento, he parado lo que estaba haciendo y dije 'Che, ganamos Roland Garros' o 'Fui número 1'. Eso me da muchísimo orgullo y me encanta saber que estoy consiguiendo logros que alguna vez había soñado", explica quien es, desde hace un tiempo, el mejor doblista argentino de la historia.

"Esa es la manera en la que intento ahora abordar el futuro. Y es también una de las razones por las que sigo vigente. Es la pasión con la que uno tiene que realizar lo que le gusta en la vida. Ya sea el trabajo, la vida misma o el deporte. Hay que encararlo con pasión y con ilusiones", reflexiona.

-¿La decisión de cambiar los planes y volver a Argentina tras la consagración en París tuvo que ver con eso?

-Sí, necesitaba unos días para disfrutar con mi familia, mis amigos y mi gente. Con las personas de los clubes que me vieron crecer y formarme como jugador, que vivieron mi carrera desde muy adentro. Tenía planeado otro tipo de gira, pero cuando ganamos el título, me senté en el banco, miré a mi entrenador y le dije 'Nos tenemos que ir a Argentina sí o sí'. Fueron días muy locos y muy lindos. Fui al Abierto, el club en el que entreno en Buenos Aires, y el recibimiento fue hermoso. Y fui a Mar del Plata. Pude festejar con mi abuela, que cumplía justo 100 años, y volver a mi club (NdR: el Edison Lawn Tenis, que fundó su padre Horacio). Recorrí el frontón y la cancha 3, donde tantas veces fui a practicar el saque o a mejorar un golpe, con mi papá. Me trajo recuerdos de la infancia muy lindos.

Zeballos no lleva tanto tiempo enfocado exclusivamente en el dobles. Profesional desde 2003, comenzó sus andanzas en el circuito en el singles: llegó a ocupar el 39° escalón del ranking mundial y conquistó un título, el que le ganó en Viña del Mar 2013 al enorme Rafael Nadal. En 2018 comenzó a prestarle más atención a la competencia de parejas y a fines de 2019, cerró su carrera individual y se asoció con Granollers.

Juntos llevan ganados 13 títulos -entre ellos Roland Garros y ocho Masters 1000- y jugadas otras cuatro finales importantes, las de Wimbledon 2021 y 2023, el US Open 2019 y las ATP Finals 2023. Antes, Zeballos había levantado 12 trofeos con otros compañeros, para totalizar 25 y ser el máximo ganador de la historia del tenis albiceleste en esta disciplina, por delante de los 16 de Guillermo Vilas. Y en mayo del año pasado, al alcanzar las semis de Madrid, la dupla trepó por primera vez a la cima del ranking y el marplatense se convirtió en el primer argentino en ser número 1 en una clasificación de la ATP.

Your 2025 Roland-Garros doubles champions: Marcel Granollers and Horacio Zeballos 🇪🇸🇦🇷#RolandGarros pic.twitter.com/M1chjlPFRw

— Roland-Garros (@rolandgarros) June 7, 2025

-¿Cómo explicás la impresionante carrera que construiste en menos de seis años?

-Se dieron varios factores. Toda la vida me gustó mucho el dobles y siempre le di la importancia. En un primer momento, el singles era la prioridad, pero necesitaba el dobles para seguir "bancándome" económicamente, entonces siempre lo jugué. Además, Marcel y yo sabemos que somos buenos jugadores de tenis y eso hace que también podamos estar peleando en los niveles más altos o estar arriba en el ranking. Después está también la fe, la confianza en uno mismo para tratar de cumplir estos objetivos. Yo nunca dejé de creer en mí como tenista. Y, obviamente, el trabajo constante, ir todos los días a entrenar, esa perseverancia y esa convicción son importantísimas para el triunfo.

-Tener un compañero como Granollers debe ayudar también. ¿Por qué funciona tan bien esa sociedad?

-Porque nos conocemos hace muchos años, cuando éramos todavía singlistas incluso llegamos a enfrentarnos. Al ser español y argentino, tenemos costumbres parecidas. Nos respetamos mucho afuera de la cancha y sabemos que cada uno tiene sus tiempos y quiere compartir no solamente con el otro, si no también con su equipo, entonces nos damos libertad de decir 'No es necesario estar 20 horas juntos'. Nos sabemos entender bien fuera de la cancha y eso hace que la relación después, cuando estamos jugando, sea mucho más sencilla.

Zeballos, que tras Roland Garros volvió al top 10 y se ubica octavo, no se olvida, igual, del pilar más importante: la familia.

"Yo tuve la suerte de crecer en un entorno lindo, en el que me inculcaron los principios de una familia, que yo intento copiar hoy con mi familia. Me crié en un ambiente muy sano, con mucho amor, alegría y eso fue impagable. Me dio una infancia feliz. Crecí con un objetivo que era jugar al tenis y no tuve nada que me distrajera de mi camino, y eso fue gracias a mi papá y a mi mamá. Tuve también la suerte o el don de rodearme de gente que me aportara mucho a mi carrera y de tener hoy una esposa (Sofía Menconi) que me banca a full", cuenta.

"La única ocupación que tengo es jugar al tenis gracias a ellos, que me han hecho y me hacen la vida fácil fuera de la cancha. Por eso es cierto eso de que el tenista pareciera estar solo en la cancha, pero si no tiene un soporte afuera como el que tengo yo, sería muy difícil triunfar", agrega.

Hay otro factor importante que explica sus logros del que Zeballos no habla directamente, pero que queda en evidencia al escucharlo: la humildad. Esa virtud se vio este año cuando, por ejemplo, no tuvo problemas en bajar a jugar un Challenger para recuperar ritmo tras un arranque de temporada complicado por una lesión de Granollers o cuando le pidió consejos a Carlos Alcaraz, con mucho menos experiencia en el circuito y en la vida que él, para encarar la final en París.

"Todo es el parte del mismo proceso de decir quiero lograr los objetivos que me puse. El año arrancó no siendo bueno, entonces tuvimos que empezar a buscar maneras para levantar el nivel y la confianza. Si requería ir a jugar un Challenger o un torneo más chico, lo íbamos a hacer. Y lo hicimos. Siempre con esa ilusión y ese objetivo de volver a estar arriba del ranking y a sentirme competitivo", explica.

Tras ganar Roland Garros, Zeballos volvió a Mar del Plata y festejó los 100 años de su abuela con una partida de ajedrez. Foto Instagram @zeballos.horacioTras ganar Roland Garros, Zeballos volvió a Mar del Plata y festejó los 100 años de su abuela con una partida de ajedrez. Foto Instagram @zeballos.horacio

Y continúa: "Lo de Alcaraz, sentía que necesitaba más herramientas para rendir mejor adentro de la cancha y me pareció una posibilidad única. Es joven, pero tiene un récord fabuloso que me parece increíble y es un gran jugador. Cuando yo le hablé, tenía cuatro títulos en cuatro finales de Grand Slam (NdR: Hoy son cinco en cinco). Qué mejor que pedirle consejo a un crack, a un campeón. Me acerqué, le pregunté y él, que es un campeón dentro y fuera de la cancha, me transmitió con su humildad lo que sentía en ese momento".

-Desde hace varios años sos uno de los mejores jugadores del mundo, una estrella del tenis, pero mantenés los pies en la tierra...

-Es que tiene que ser así. Cualquiera que se agrande por ser un buen jugador de tenis, te diría que es un tarado, aunque no me gusta usar esa palabra. Somos tenistas. Que se agrande un médico que va y salva vidas, pero nosotros jugamos al tenis. Es fundamental tratar de tener clara esa verdad. Hay gente mucho más importante que un jugador de tenis. Pensar así me mantiene con los pies en la tierra y feliz con lo que me toca y lo que tengo.

"No me imaginaba seguir vigente a los 40"

"No tenía la seguridad de si podía salir bien. En su momento, dudé bastante. No quería dejar para último momento de mi carrera la oportunidad de darle la importancia que se merecía al dobles, pero no sabía qué hacer. Hoy, con el diario del lunes, fue una decisión bárbara", recuerda Zeballos cuando mira hacia atrás y revive ese momento de 2019 en el que cambió el rumbo de su carrera.

Zeballos y Granollers llevan ganados 13 títulos, entre ellos Roland Garros y ocho Masters 1000. Foto EFE/EPA/CHRISTOPHE PETIT TESSONZeballos y Granollers llevan ganados 13 títulos, entre ellos Roland Garros y ocho Masters 1000. Foto EFE/EPA/CHRISTOPHE PETIT TESSON

"Me cambió todo. Con el dobles pude acceder a objetivos que quizás con el singles me quedaban grandes. Y no me quejo, yo creo que tuve una linda carrera de singles, pero por mi nivel, para estar 50 o 60 tenía que estar entre 30 y 35 semanas al año afuera. Y en ese momento ya no quería eso, quería estar más en casa con mi familia. Hoy por suerte estoy viajando unas 20 o 22 semanas. Del lado del entrenamiento, también cambió mucho. La exigencia física del dobles es menor, pero también son partidos más dinámicos. El singles es más cansador y exigente en lo físico, pero el dobles es muy importante estar muy concentrado ", reflexiona.

-¿Tuviste un período de "duelo" en el que extrañaste el singles?

-Lo extrañé un poco al principio. Me mantuve jugando un poquito con los chicos de la academia, pero hoy cuando veo a otros jugar cinco sets en un Grand Slams, digo 'Guau, ya no extraño esto'. Además, creo que exprimí todo lo que pude de mi carrera individual, entonces nunca me arrepentí. Fueron más de 16 años que di todo para poder ser el mejor singlista posible. Esa es otra de las claves: tratar de no dejar nada en el tanque y sentir que diste todo para quedarte tranquilo.

--¿Un doblista puede vivir del tenis?

No tiene ni comparación con la carrera del singles. Hay que tratar de estar en el top 40 o 50, así que son muchos menos los que pueden hacerlo. Pero sí, se puede vivir y hacer del dobles un trabajo.

-¿Qué pensás de la brecha que hay entre los premios que reparten los cuadros individuales y los de pareja?

-Realmente no me gusta meterme en esa discusión. Yo estoy contento con lo que puedo hacer. Estoy más que conforme con la parte económica que me toca y no lo quiero comparar con el singles ni con cualquier otra competencia. Además sé que hay trabajos que son mucho más difíciles, que obligan a estar muchas más horas trabajando, fuera de casa y lejos de la familia, y mucho más ingratos y peor pagos. Yo estoy tranquilo con lo que tengo y creo que es más que suficiente.

-En 2019, ¿te imaginabas seguir siendo competitivo a los 40?

-Realmente no. Tampoco imaginaba conseguir los logros que conseguí. Obviamente eran objetivos que me puse en la cabeza. Pero veía muy difícil llegar a ser número 1. A medida que fueron pasando los años y empezábamos a estar cerquita y a conseguir ciertos resultados, empecé a confiar un poco más. Pero estar competitivo a los 40, no me lo esperaba. Hoy quiero seguir trabajando en la parte física y en la mental para poder sentirme joven lo más posible. No solo en el tenis, también en la vida. Me pasa cuando vengo a casa y estoy con los chicos, puedo jugar con ellos, meterme a la pile o salir a correr. Es una sensación linda cuidar el cuerpo y la mente y estar bien.

-Aunque no llevás tantos años como doblista, el primer Grand Slam se hizo desear. ¿Llegaron a pensar que no llegaría?

-Se hizo esperar por los resultados que veníamos teniendo. Habíamos estado cerca en varias ocasiones, habíamos hecho tres finales, muchas semis... Y las chances iban pasando. Pero nunca dejamos de confiar. Obviamente aceptábamos que si no tocaba, no tocaba. Podía pasar, porque enfrente tenés un rival que juega bien al tenis y que hace todo lo posible para ganarte. Pero sabíamos que íbamos a dar todo de nosotros, hacer cualquier trabajo para cumplir el objetivo. Si uno no se pone ilusiones u objetivos, es difícil mejorar en lo que sea, en el deporte, en la vida o en el trabajo.

-¿Qué te emocionó más, haber llegado al número 1 o la consagración en Roland Garros?

-Qué pregunta difícil (Risas). Creo que en las dos ocasiones se me cayeron algunas lágrimas porque fueron los dos objetivos con los que más soñé desde que decidí enfocarme en el dobles. Es muy difícil elegir porque los dos requirieron también un montón de esfuerzo mental previo a los partidos. Cuando estás dentro de la cancha estás nervioso, estás jugando con presión, pero sabés lo que hacés. Todo lo previo es lo más complicado. El día y la mañana previa, tener que lidiar con todo ese nerviosismo fuera de la cancha. Y en ambas ocasiones tuve las mismas sensaciones de nerviosismo y de miedos y todo el trabajo fue algo importantísimo. Pero las dos fueron increíbles.

-Dijiste en el arranque de la charla que seguís disfrutando y recordando cada tanto la final de París. ¿Cómo hacés para bajar la adrenalina y volver a meter la cabeza en el circuito?

-Está ahí la capacidad de decir 'Disfruto este momento, lo recuerdo, pero hay que tratar de pasar la página', porque la competencia sigue, los rivales siguen jugando, mejorando y tratando de ganarte y entonces uno tiene que tratar de poner la cabeza en foco de vuelta. Yo sigo con las mismas ganas. Estoy tratando de seguir mejorando algunas cositas que puedo mejorar y vamos a tratar de ganar otro Grand Slam, de volver a ser número 1, por qué no, de seguir sumando títulos. Por ahora no quiero aflojar y la estoy pasando bien. Y eso es fundamental.

Clarin

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